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Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir en LinkedINEl diseño siempre se ha manejado de manera conflictiva con los términos de autoría, original y copia porque los toma de un ámbito inevitablemente próximo, pero al fin ajeno, como el de las artes. “En las artes plásticas está claro lo que significan los términos original y copia. Sin embargo, en el mundo del diseño esta relación debe redefinirse”, afirma Rolf Fehlbaum, presidente de Vitra, una de las grandes empresas que rinden culto al diseño de autor en el ámbito del mueble.
En arte, lo que no es original es falso o, cuando menos, poco relevante y apenas tiene valor de mercado. El diseño, sin embargo, se materializa en objetos producidos en serie de forma industrial y virtualmente ilimitada, de ahí la necesidad de esa redefinición que apunta Fehlbaum y que se resuelve en parte en términos comerciales: propiedad industrial, derechos de explotación.
Lo que viene a decir Fehlbaum, con razón, es que el diseñador comparte la autoría con el fabricante, cuya implicación en el desarrollo del producto va mucho más allá de la mera inversión y los recursos productivos. Todo parece claro, pero no lo está tanto.
Las cosas se complican cuando aparecen en escena los clásicos. Piezas diseñadas a finales de los años 20, como los muebles de Perriand-Le Corbusier; en los 30, como buena parte de los de Alvar Aalto, e incluso en los 40, 50 y 60, como los de los Eames, Arne Jacobsen o Verner Panton, presentan casos muy distintos que las empresas que los producen abordan con estrategias diferentes.
Aquí, pesa más su condición de fetiches modernos que su mera respuesta a una demanda funcional y, en ese sentido, se acercan más a la esfera del objeto artístico.
Sin embargo, en cuanto diseños, muchas de estas piezas no son objetos fosilizados que se reproduzcan miméticamente desde que fueron producidos por primera vez, sino que han ido adaptándose a la luz de nuevas demandas o innovaciones tecnológicas.
Esto es muy evidente en la familia de las Aluminium Chairs, de Charles y Ray Eames, nacidas como mobiliario de jardín con asientos textiles a finales de los años 50 y reconducidas por los diseñadores y sus fabricantes (Herman Miller y Vitra) hacia la oficina y los espacios domésticos con cuerpos acolchados de cuero.
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