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Compartir en Facebook Compartir en Twitter Compartir en LinkedINLa cocina protagoniza exposiciones, festivales de cine o conciertos, y al mismo tiempo, algunos comedores se llenan de ópera, de literatura o de reflexiones filosóficas.
¿Es cultura un plato de lentejas con chorizo? ¿Es cultura una receta? Mientras unos dicen que sí, otros dicen que no y otros se lo piensan, la gastronomía protagoniza exposiciones, festivales de cine o conciertos, y al mismo tiempo, algunos comedores se llenan de ópera, de literatura o de reflexiones filosóficas. ¿La gastronomía es cultura?
“¡Claro que sí! Dice mucho de un pueblo”, señala el músico Xoel López, quien hace unos días compartió escenario en Madrid con el cocinero Pepe Solla por iniciativa de la cerveza 1906 Red Vintage. “Cuando hablamos de cocina o reflexionamos sobre ella, cuando la convertimos en un punto de encuentro o cuando define nuestra identidad, la gastronomía es cultura”.
“Si alguien disfruta comiendo es porque sabe disfrutar de esas cosas que hacen de la vida algo un poco mejor”, añade el cantante gallego. "Lo mismo pasa con la música y con todas las artes”.
Xoel, de hecho, también observa cierto paralelismo entre su proceso creativo y el del chef de Casa Solla: “Cambiando la guitarra por la espumadera, él compone sus recetas y yo mis canciones. Tenemos muchas cosas en común”.
A Miguel Tugores también le gusta combinar música y cocina, pero en su propuesta, Ópera & Baco, ha optado por cenas “en cinco actos” amenizadas con fragmentos de grandes obras y surtidas de delicias sorianas. “Fue una de las actividades más exitosas del Festival de Opera de Medinaceli", explica.
Los hermanos Roca, de El Celler de Can Roca, también han basado El somni, una suerte de obra de arte total, en un maridaje entre la ópera y la alta cocina. “La gastronomía no es cultura general, sino arte en mayúsculas”, añade Tugores. “La vida la percibimos a través de los cinco sentidos, y un buen cocinero nos estimula varios a la vez, no solo el del gusto”.
Pero, ¿dónde está la frontera entre la alimentación y la cultura? “Eso depende del desarrollo de la sensibilidad de cada uno”, responde Tugores. “Yo llevo más de 25 años como galerista y está claro que en la cocina pasa como con el arte contemporáneo: no todos los creadores actuales son buenos, pero está claro que ya no estamos en tiempos de Velázquez”.
El festival de cine gastronómico Film&Cook, que este mes celebra su cuarta edición entre Madrid y Barcelona, es otro buen ejemplo de maridaje cultural con la cocina como ingrediente. “¡Si unes cultura con cultura, todo encaja. ¡No hay duda!”, arguye su directora, Verónica Escuer.
“El primer año nadie entendía de qué iba: ni los medios, ni los cocineros, ni las distribuidoras”, añade la responsable del festival. “Este año, sin embargo, se han quedado fuera muchas películas. ¡La cosa va a más!”.
El programa del Film & Cook 2014 incluye cortometrajes que describen el trabajo de grandes restaurantes, como DiverXo, Nerua o Aponiente, documentales que reflexionan sobre asuntos diversos relacionados con la alimentación, comedias de temática gastronómica y hasta el maridaje de clásicos del cine como El resplandor o La naranja mecánica con cócteles de autor.
“Nos emociona la Música acuática de Haendel o una Valquiria de Wagner, pero también una copa de vino”, explica el historiador José Berasaluce, quien tras varios años como profesor de postgrado en la Universidad de Cádiz, ahora reparte su tiempo entre las críticas gastronómicas de los periódicos del Grupo Joly y el proyecto Catas con arte.
“Lo montamos en 2011 como respuesta a una inquietud: la de prestar servicios culturales a través del mundo del vino y la gastronomía”, añade Berasaluce. “Y nuestro referente intelectual es Platón, aunque parezca un anacronismo. Él creía que la mejor forma de transmitir ideas es a través de un banquete, comiendo y bebiendo en compañía, así que lo que hacemos es algo que ya se hacía hace 2.000 años”.
Las catas con arte son cenas conceptuales, en realidad, y después de más de 50 experiencias entre Sevilla, Cádiz y Jerez, el proyecto acaba de llegar a Madrid con Matar a Matahari, una cita que incluye “tres platos, tres vinos, música en directo y la intervención de un ex espía del Cesid o una profesora de la Complutense experta en servicios de inteligencia”.
Pese a todo, hay quien sigue pensando que la cocina no es cultura, o que lo es solo en determinados sitios. Una tesis avalada por el hecho de que el Príncipe de Asturias de las Artes no haya recaído nunca en un cocinero, o la circunstancia de que los últimos Premios Nacionales de Gastronomía los haya entregado el ministro de Industria y Turismo, y no José Ignacio Wert.
Por: CARLOS G. CANO
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